Son las 12:00
de la madrugada y todos en mi casa están durmiendo. Ya he perdido la cuenta de
las horas que llevo sentada frente a la computadora tratando de hacer un video de
tres minutos para explicarle a mis estudiantes lo que es el ciclo del agua.
Luego de no
sé cuántos intentos, de borrar y volver a empezar, me doy cuenta de que no aprete
el botón de grabar. Me levanto molesta, decidida a irme a dormir. Pero no logro
llegar a la cama. Resignada, regreso a la computadora para grabarlo de una vez porque
sé que mañana me espera otro video para hacer.
Hay días que
esta cuarentena me hace sentir como si mis 16 años de experiencia en el salón de
clases no contaran, como si volviera a ser una maestra en su primer año.
Es gracioso
como a veces relajamos que no queremos regresar al trabajo. ¿Cuántas veces
hemos dicho en enero, “necesito vacaciones urgentes”? Algo que antes parecía gracioso,
ahora no lo es.
El 2020 ha
sido un año muy fuerte. Empezamos con una serie de temblores y un terremoto que
nos cambió la vida a todos los puertorriqueños.
Al ser una
maestra del sur de la Isla, el impacto ha sido bastante fuerte. No trabajo en
el sistema público, pero puedo hablar del efecto de toda esta situación como
maestra en un colegio privado. Comenzar el nuevo semestre no fue fácil, muchas piedras
en el camino. Cuando finalmente crees que estas entrando en rutina, llega el
coronavirus. El viernes, 13 de marzo, me fui de mi salón como cualquier otro
viernes. Jamás me paso por la mente que no volvería a estar allí con mis
estudiantes en buen tiempo.
Los días se
han vuelto una rutina parecida a la película de Bill Murray, “Groundhog Day”,
donde te levantas y no sabes qué día es. Cada vez que haces algo, sientes ese “deja
vu” de que ya lo hiciste. Intento mantenerme ocupada lo más posible para que el
día fluya.
Pero mantenerse
ocupado no es tan difícil cuando eres maestra. ¿Me entienden?
Desde el
primer día de esta cuarentena, he estado buscando información, viendo videos en
Youtube, aprendiendo sobre las diversas plataformas para lograr la llamada “educación
a distancia” que nos han pedido. Ha sido un proceso agotador y a veces frustrante.
Han sido muchas noches sin dormir y muchas lágrimas de ansiedad y estrés. Mi esposo, bendito, es el que recibe la mayoría
de las descargas y malos humores que este proceso ha traído.
A diario
recibo mensajes de otros maestros buscando alternativas, ideas, consejos sobre
lo que yo estoy haciendo con mis estudiantes.
¿Saben qué?
No hay una contestación perfecta para eso. Todos estamos en el mismo barco. Estamos pasando por momentos difíciles en
donde cada hogar, cada familia está pasando iguales o más problemas que
nosotros. Como maestra, mi responsabilidad es llevar ese proceso de enseñanza, pero
sin traer más complicaciones a la vida de los estudiantes.
Hay escoger
las plataformas o medios que te gustan y que te hacen sentir bien como maestra.
Me refiero a que no te dejes llevar por lo que ves en Instagram, Facebook y
otras redes sociales. Actualmente, todos somos un “hot mess” cuando hablamos de
educación a distancia.
A mis niños
les preparo un a presentación sencilla en PowerPoint de los temas que estamos trabajando
en el momento. He aprendido a grabarme leyendo la presentación. Le envió videos
y canciones de Youtube.
La comunicación
con los padres es a través de email. Tengo mi buzón lleno de fotos y fotos de
trabajos para corregir. Mi parte favorita es poderlos ver una vez a la semana a
través de Zoom, pero esa hora no es para dar clases. Es para verlos, hablar y
compartir con ellos un cuento. Pues esa era nuestra parte favorita en el salón.
Por más que me gustaría utilizar más
medios, más tecnología y recursos mi realidad es otra. Mientras más sencillo mejor
y si mis niños y padres están reaccionando positivamente para que lo voy a cambiar.
Así que espero
que con esta publicación puedan entender que no estamos solos en este proceso. Que
no hay una manera perfecta de enseñar. El proceso ha sido largo y tal vez
llegaremos a mayo así. Pero en el camino aprendemos a ser más fuertes y a
educarnos porque si algo es seguro, la educación jamás volverá a ser como antes.
Ahora, cuéntame.
¿Cuál ha sido tu experiencia con esta educación a distancia?
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