Las primeras diez semanas de clases han sido una montaña rusa de emociones, que van desde la alegría de volver a tener estudiantes presenciales, hasta la ansiedad de una modalidad híbrida, la frustración de un rezago académico muy marcado, el estrés y el cansancio.
El comienzo del año escolar es siempre uno de muchos retos. En mi caso, como maestra de primer grado, tengo que trabajar con una adaptación de los niños a la "escuela grande", su nueva rutina y una carga académica a la que no están acostumbrados. Para hacer las cosas más interesantes, el universo decidió añadirle a nuestra jornada un terremoto, una pandemia de COVID-19 y un un proceso de educación virtual que nos puso a todos de cabeza.
No hay curso universitario, certificación o taller que te prepare para ser maestro en estos tiempos. Me quito el sombrero antes todos los recién graduados que se han aventurado al salón de clases a pesar de las condiciones en que se encuentra nuestro sistema educativo.
Siempre he considerado las primeras diez semanas como un tiempo de "apresto". Mis niños llegan de kinder con diferentes niveles de lectura. Muy pocos saben escribir o transcribir de la pizarra, algunos lloran los primeros días y siempre me preguntan ochenta mil veces cuándo es la merienda o cuándo nos vamos. Normal.
Desde antes del comienzo de clases en agosto, se ha hablado mucho del rezago que van a tener los estudiantes cuando regresen al salón. La educación virtual no es para todos y por más esfuerzo que el maestro(a) haya realizado, hay destrezas que simplemente no se pueden desarrollar desde una computadora.
Yo me sentía preparaba para recibir ese rezago, pero no estaba preparada para ver qué tan malo era el rezago en lectura, escritura y matemáticas que traían nuestros niños. Las destrezas básicas de recortar, colorear y pegar son casi nulas. ¿Y que me dicen de las destrezas sociales? Su dependencia a que un adulto los ayude en todo momento y el corto lapso de atención son solo algunos de los efectos post-educación virtual.
En este escenario, es fácil para el/la maestro(a) sentirse abrumado. La presión que tenemos de cumplir con unas destrezas, estándares y expectativas -por grado- son en este momento, exageradas. Al principio miraba mis libros de texto y me preguntaba cómo iba a lograr que los niños trabajarán en ellos, si aún no sabían ni sentarse bien en su pupitre.
Llegó un momento en que la frustración era tan grande que empecé a cuestionar mis habilidades como maestra. Pensé: "Llevo tantas semanas con X tema y aún no lo dominan... ¿Seré yo? ¿No les estoy enseñando bien? ¿Y si me tomo un break de la educación hasta que las cosas regresen a la normalidad? ¿Y si renunció?"
Ser maestra en las redes sociales tiene una ventaja: puedes compartir tu sentir y recibes de tus seguidores palabras de aliento y de respaldo. Cada vez que escribía algo de mi realidad, muchos maestros y maestras me escribían que estaban pasando por lo mismo y que se sentían igual. Me di cuenta que no es soy yo, que no es que soy mala maestra. Simplemente las cosas son diferentes, los niños aprenden diferente, los maestros enseñamos diferente.
Así que llegue a la conclusión de que las cosas no van a volver a ser como eran antes y que tenemos que adaptarnos a esta nueva realidad. Ser maestro nunca ha sido fácil. Ni ahora, ni antes, ni después. Siempre habrá situaciones, eventos que nos hacen reflexionar y auto-evaluar nuestro rol como educador.
Nuestros niños presentan un rezago académico para el cual tengo exactamente 40 semanas para poder aportar mi granito de arena y ayudarlos a mejorar esas destrezas que tanto necesitan. No es culpa de la maestra del año anterior que "no les enseño". Dejemos de tirarnos unos a otros. La culpa está en diversos lugares, pero en vez de enfocarnos en eso, busquemos mejor maneras de salir de este hoyo educativo 2021-2022.
A continuación algunos consejos que me han ayudado a seguir adelante y trabajar el rezago de los estudiantes:
1. Aceptación
Este año no vas a cubrir todos los temas escritos en tu prontuario. Y eso no es malo. Aunque a veces suena medio cursi, esta frase es cierta: "es mejor calidad que cantidad". Si solo te da tiempo de cubrir 5 temas pues que los aprendan bien.
2. Comunicación con los padres
Una buena comunicación con los padres es la clave para lograr muchas cosas en el año académico. Pero ojo, no es que le estemos escribiendo o citando para solo darle quejas de lo rezagado o mal portado que es su hijo. Tampoco es que seamos mejores amigos. Hay que tener un balance y hablar con los padres de las fortalezas de los niños y darles nuestras observaciones de las áreas a mejorar. Somos un equipo y todos estamos trabajando para beneficio de los estudiantes.
3. Rutinas, rutinas y más rutinas
En los grados primarios, llevar a cabo rutinas en el salón de clases es vital para el éxito académico. Recordemos que los niños han estado fuera de la escuela por casi dos años. Volver a la escuela es todo un proceso de adaptación. Si en en el salón establecemos una rutina clara y organizada, el proceso se hace más fácil.
Todas las mañanas comienzo mis clases con la rutina diaria: el saludo, las reglas, los días de la semana, los meses del año, las estaciones, el abecedario, etc. Al principio las cantaba yo solita mientras ellos miraban. Cuando preguntaba cuales son los días de la semana, más de una vez quería salir corriendo del salón por los disparates que contestaban. Pero ya a las diez semanas participan de esa rutina, se saben los días, los meses y el abecedario. Poco a poco van mejorando. Por eso la rutina es maravillosa.
4. Sencillez
La educación virtual nos llenó la cabeza de miles de aplicaciones educativas para trabajar con los estudiantes. Aprendimos a la mala a utilizar Boom Cards, Kahoot, Flipgrid, Google Classroom, etc. Tomamos miles de talleres donde nos decían que la tecnología vino para quedarse y si no la usas te quedas atrás.
La tecnología si es buena, pero no hay nada malo en usar pega, crayolas y tijeras. ¿Qué hay de malo en poner a los niños a escribir/transcribir de la pizarra, que jueguen con plastilina, que dibujen con marcadores de colores, si son mayorcitos que hay de malo en que busquen palabras en el diccionario o recorten palabras de un periódico? Hay cosas que nunca pasarán de moda. Nuevamente, es cuestión de buscar un balance entre lo nuevo y lo tradicional para beneficio de los estudiantes.
5. Fluye... Lo estás haciendo bien
Maestra, lo estás haciendo bien. Maestro, lo estás haciendo bien. Maestros, los estamos haciendo bien. Tomate cinco minutos al día y respira. Digan lo que digan, el experto eres TÚ. No somos perfectos y cometemos errores en el camino, pero nadie puede decir que no nos estamos esforzando. Qué día a día nos levantamos y salimos a trabajar para intentar hacer un cambio positivo en nuestros estudiantes.
Así que sacude lo negativo, fluye y sigue adelante.
Cuéntame: ¿Cómo te has sentido en estas diez primeras semanas de clases?
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